LOS QUE PUEDEN Y LOS QUE NO PUEDEN

Tras más de año y medio de vuelta a España regreso a mi hogar alemán, Heidelberg, a pasar el verano, me vuelvo a encontrar como en casa y me doy cuenta de dos cosas: Alemania me gusta mucho más de lo que pensaba y las buenas amistades se conservan, vivas en un lugar o en otro.

Pasa el tiempo y la vida de las personas cambia, algunos siguen en una rutina similar y otros han evolucionado. Es bonito ver como la gente va creciendo, mejora su posición en el trabajo, su calidad de vida,  su vida personal, etc.., sobre todo si son gente a la que quieres y que lo ha conseguido con su propios recursos.

Sin embargo, debo decir, por feo que suene, que a veces me encuentro con sentimientos mezclados, me alegro de que a la gente le vaya bien pero a veces caigo en el juicio y digo: claro, porque ellos pueden, porque tienen ayuda, porque esta otra persona lo tiene más fácil, etc. En definitiva, porque ellos pueden…...y otros no.

Me enfoco en lo externo, en las circunstancias. Lo hago todo depender de la situación de cada uno, no podemos obviar el hecho de que algunas personas lo tienen más fácil. A su vez, me recorre un sentimiento feo, me siento un poco mal conmigo misma, primero por no avanzar al ritmo de otros y por otro lado porque veo que caigo en el juicio, de porque yo u otros conseguimos o no lo que queremos y me veo buscando excusas para todo. Me olvido por completo de que las circunstancias no lo son todo.

Aún así dejo pasar este sentimiento. A fin de cuentas, siempre que cambio de país me pasa lo mismo, se me revuelven las emociones, me replanteo muchas cosas, me vienen nuevas ideas, cambio de perspectiva, etc.… Todos somos humanos ¿verdad? Voy a hacer algo que no suelo hacer, permitirme mis luces y mis sombras.

Supongo que es lo que tiene viajar, vas creciendo, te replanteas cosas, las emociones giran como una montaña rusa. En la vida todo tiene su precio, y viajar también lo tiene, renunciar a tus condicionamientos culturales tiene su precio.

Sin embargo, esta afirmación categórica que ronda en mi cabeza, de que unos pueden y otros no, se va relativizando con una visita. Una visita curiosa, un tanto friki la verdad y es lo que tiene vivir donde vivo.

Jamas se me había pasado por la cabeza visitar un cementerio, pero vivir cerca y morir de calor en la calle es lo que tiene, me voy al cementerio y me encuentro con que es como un gran jardín botánico, lleno de árboles y flores, realmente bonito y curiosamente me resulta más interesante de lo que jamás hubiera pensado.

Por friki que suene, me pongo a mirar las lápidas, y me doy cuenta de que hay gente que en su lápida pone su título académico, me invade el humor negro, me paro a pensar, bien podría poner uno en su lápida “Pepe Pérez: desempleado”, ¿cuál es realmente la diferencia? ¿ no terminamos todos en el mismo sitio?

A todo esto mientras estoy sentada en un banco, veo cómo se parte una rama enorme de un árbol, por suerte no cae encima de nadie, ironías que te demuestran lo efímera que es la vida. Me cuentan unas personas que estaban cerca que hace unas semanas había caído un tronco derribando un panteón.

Sigo mi camino y llego a una parte del cementerio que me pone los pelos de punta; pequeñas lápidas muy bonitas y coloridas de niños, me encuentro con una de dos niñitas, nacidas y fallecidas el mismo día y siento un escalofrío.

De repente, me acuerdo de mis reflexiones acerca de aquellos que, según mi mente, pueden o no, son o no capaces de hacer algo. Y ahora me doy cuenta de lo ignorante que soy haciendo afirmaciones de lo qué es y lo qué no es y de que estoy en el único sitio en el que puedo afirmar categóricamente que ellos ya no pueden.



No podemos negar las circunstancias pero son muchas las personas que nos demuestran que si se puede, que es un elección personal hacer lo que está a nuestro alcance para vivir la vida que queremos, que mientras estemos vivos es realmente nuestra elección intentarlo o no. Y realmente, ni siquiera se trata de conseguirlo o no, el hecho de intentarlo ya nos demuestra que estamos vivos. No te conformes con sobrevivir, vive, tú que todavía puedes.