Todo llega en su momento, las bicicletas no son sólo para el verano

En mi caso las bicicletas no eran ni para el verano ni para el invierno, nunca llegaba mi estación. A mi me encanta pasar tiempo con mi perro, Rex, y cada vez que veía a alguien por la calle montado en bicicleta con su perro corriendo al lado, me daba una envidia bárbara. Aunque parezca increíble, nunca aprendí a andar en bici en mi niñez, así que llevaba años queriendo aprender (si, si, más de treinta), pero nunca veía el momento, siempre me daba miedo, siempre encontraba una excusa.

Lo más curioso fue cuando vivía en Berlín, todo el mundo iba en bicicleta tan feliz y a mi me parecía casi un fenómeno paranormal montarme en una. Un día, saliendo de la universidad popular, una institución donde puedes hacer cursos de las temáticas más variadas posibles, el viento me lanzó un papel verde directo a la cara. Palabras textuales: curso para aprender a andar en bici para mujeres extranjeras mayores de edad, vamos, faltaba poner mi nombre, te facilitaban hasta la bibicleta!!!. Me podría haber apuntado en ese momento, pero claro, no lo hice con la excusa de que no tenía tiempo.

Luego la excusa que me dí, fue que si me rompía la crisma viviendo en el extranjero ¿quien me iba a cuidar?, allí sola, abandonada a mi suerte, a merced de los lobos, el dramatismo de las excusas era digno de cualquier novela de posguerra. Por supuesto, como habéis podido imaginar no aprendí a andar en bici y no era una sensación grata el sentir que no hacia algo por miedo

momento oportuno


Tras este periplo por el país vecino regresé a mi España natal pero no era mi destino quedarme allí por mucho tiempo así que volví al país germano dos años más tarde, Esta vez a Heidelberg, preciosa ciudad, casi de cuento, todo verde, un paseo a lo largo del río impresionante, por tener tiene hasta castillo y como no, gente feliz paseando en bicicleta. Un día, al volver a la escuela de alemán y decir a modo anecdótico que quería aprender a andar en bici, el director de la escuela me dijo que alguien había dejado una destartalada bicicleta de regalo para quien la quisiera, así que me la llevé bajo el brazo.

LAS 15 COSAS QUE HE APRENDIDO DE EXPATRIADA

A mí siempre me ha encantado viajar, sea como sea. Me gusta ir de turista pero reconozco que me
motiva más quedarme en un país una temporada para poder conocer la idiosincrasia del mísmo. Lo que pasa que el asunto tiene miga, porque ves la realidad del país al que vas en función de tu propia realidad. Te creas una visión del mismo, que si bien es similar a la que otros compatriotas relatan, tiene también mucho de subjetiva.

Lo que desde luego si que aprendes es a conocerte mejor a ti mismo, a superarte, a salir de tu zona de confort (aquí, lo quieras o no, la situación misma te empuja), a lidiar con todas tus miserias, a tener las emociones a flor de piel, a tener días en que parece que te comes el mundo y días en los que no sabes si cortarte las venas o dejartelas largas. Y en muchos casos a lidiar con la soledad.

El que no se haya encontrado con dificultades que tira la primera pieda, ahí te va alguna y las emociones que te provocan:

-Idioma: ponté tu a pedir un aumento de sueldo en alemán, a ver quién es el guapo. Ay, que vulnerabilidad se siente amiga, cuando una no puede expresarse como le gustaría.

-Diferencias culturales: cada uno tiene sus modos de trabajo, de vida, a veces te provoca tristeza, ira, rechazo, alegría.

-Desconocimiento de las leyes y los derechos: gabinete de crisis, me han salido humedades en el piso, ¿y ahora que hago? Igual son las caras de Belmez. Madre, que frustración cuando no sabes que hacer ni a quién acudir.

-Sentirse más sóla que la una: Pues eso, que te entra morriña de tus amigos, tu familia, tu perro. No estás en tu casa, por lo que no puedes dar por garantizado que vayas a tener a alguien siempre ahí para apoyarte. Creo que estando en esta situación creas unos vínculos muy fuertes con las personas con las que te relacionas aquí pero sientes nostalgia de tu familia, de tus amigos.

-Sensación de lucha constante: Has encontrado piso, ahora ya sólo te queda buscar trabajo, hacer amigos, entender al panadero. Total, pequeñeces. Esto te provoca una incertidumbre constanste, te preguntas que será lo próximo  y empiezas a sentir una necesidad brutal de controlar todo, necesitas seguridad, te quieres aferrar a lo que tienes como un clavo ardiendo.

Contando esto no quiero dar una visión dura de la inmigración, me parece una experiencia totalmente positiva trabajar en otro país,  pero considero necesario comentarlo para poder explicar las emociones que una tiene y ver que nos pueden enseñar. 

expatriada



Y bien AHÍ TE VA TODO LO QUE HE APRENDIDO: